Máscaras.

Esta historia sucedió en un baile de máscaras. Él acudía sólo, no estaba invitado a aquella fiesta de gente rica, pero le gustaba ponerse sus mejores ropas y colarse para observar los disfraces de la gente y sentirse de la nobleza por un instante. Era un hombre humilde, que trabajaba la tierra sin descanso, de buena fama entre las campesinas por su inteligencia y belleza y sobre todo por tener un gran corazón. Su historia era trágica, en su vida sólo había estado enamorado de una mujer, pero por desgracia, ella enfermó. Como cada, mañana se despertó antes y bajó a la cocina a prepararle el desayuno, cuando regresó e inentó despertarla, se dió cuenta de que estaba muerta. Desde entonces ya no se había atrevido a amar a otra mujer, e incluso a veces no se atrevía a mirarlas. Se había construido una enorme coraza, ante el miedo de volver a sufrir, como aquel día en el que se despertó y su mujer, que daba sentido a toda su vida, ya no iba a volver a estar junto a él.
Pero aquella noche iba a ser diferente. Estaba allí junto a la mesa de cócteles, como siempre observando las máscaras que la gente lucía, amablemente conversando con un grupo numeroso. Y entonces, apareció ella. Llevaba una máscara deslumbrante, de porcelana, de colores verdes, marrones y negros, oscuros, con plumas de pavo real. A su paso todos se giraban para observarla. Lo que más le llamó la atención de ella, era el misterio que a su vez desprendía.
Le miró, y se acercó a él, que no hizo otra cosa que ponerse nervioso mientras ella se iba acercando. Las manos le sudaban, le temblaban las piernas, el corazón le palpitaba muy rápido, hacía muchísimo tiempo que no se sentía así. Hasta que comenzaron a hablar, y se empezó a sentir como si la conociera de toda la vida. Curiosamente tenían muchísimas cosas en común, les gustaban los mismos escritores, habían soñado con las mismas cosas... Parecía que ya no había nadie más en aquella enorme sala. Y así, charlando, estuvieron hasta que la fiesta terminó.
Tras aquellas horas, él deseaba estar con ella aunque sólo se tratara de una noche, de un instante. Y así fue. Sus cuerpos se fundieron en uno sólo, ella le juró que lo amaba, que quería pasar el resto de su vida junto a él.
Al día siguiente, cuando despertó, ella ya no estaba allí. Había aprovechado el momento en el que estuviera entre sus sueños más profundos para no despertarle y marcharse. Hizo todo lo posible por encontrala, le hizo llamadas, le envió cartas, e incluso fue a donde ella vivía, pero nunca hubo respuesta. No volvió a saber nada más de ella. Sólo 10 años después supo que se había casado con un hombre que poseía grandes riquezas, y que la avaricia, la había llevado a la desesperación, a la locura, y asesinó a su marido para quedarse con todos sus bienes. Pero la enorme tristeza que dentro de ella había y la culpa, la llevaron al sucidio.
Él se volvió a casar, tuvo hijos, y vivió para ver crecer a sus nietos. Pero a lo largo de su vida aún se seguía preguntando porque se había marchado aquella noche. Ella simplemente descubrió que era un simple campesino y que no le iba a poder dar una vida llena de lujos, que era lo que anhelaba. Toda la pasión de esa noche, era sólo una apariencia. Lo que parecía un simple disfraz, una simple máscara de un baile de disfraces, en realidad lo era para su alma.